El futuro era esto (I)

Qué son las heterotopías y algunas ficciones que las presentan.

Galicia M. Blake
7 min readSep 24, 2024

Las heterotopías son los espacios otros. A diferencia de las utopías, esos famosos no-lugares que puso en el mapa Tomás Moro con el libro del mismo título, y las distopías, nosotros convivimos a diario con ellas. Toda heterotopía es modelada a través del rozamiento con la sociedad que la crea y toda sociedad es transformada mediante las vivencias que ocurren en ellas.

¿Y qué ejemplos prácticos de heterotopía conocemos? Una heterotopía es una iglesia, un cementerio. La heterotopía es ese bajar las cámaras en la coronación de Isabel II de Inglaterra para que no pueda verse su transfiguración de humana a Reina. Son lugares en los que la ficción se mezcla de una manera tan íntima con lo real que nada es, si no parece. Aquí lo hegemónico parece desviarse y deformarse. No valen las reglas de convivencia habituales, lo convencional se curva como en un horizonte de límites, como si estuviéramos en una zona de gravedad alterada. Con todo, he recopilado una serie de características que pueden, seguramente no sean todas, configurar una heterotopía:

  1. Nadie vive dentro de ella, aunque tiene una población que lo sostiene.
  2. En ella se mezcla la magia, tanto simbólica como tecnológica, con un diseño destinado a ofrecer una experiencia vital que nos asombrará y, quizás sea transformadora.
  3. Dentro de sus límites hay una clara convivencia de elementos que son contrarios (la diversión, el miedo…)
  4. Está en un limbo temporal. No sólo no importa el tiempo, además no hace mella en ellos la metereología ni el paso de lo días. Una heterotopía no se desgasta por estos elementos, los incorpora y se transforma con ellos.

La mejor representación que he encontrado de estos espacios en la ficción es la película ‘El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares’ (2016). En esta película los niños, condenados a ser perpetuamente niños, viven en un bucle temporal fijado a un territorio para huir de un verdadero Hombre del Saco. Su otro lugar, su hogar, es ese trozo de tierra sin tiempo, ese tiempo sin localización donde su existencia excepcional se convierte en cotidiana por el efecto de la curva de lo común convergiendo con ellos mismos.

Lo que pasa en Las Vegas jamás puede escapar de Las Vegas. Igual que los niños de Miss Peregrine o los secuestrado por Peter Pan, la ciudad es irreal, artificial y preformada. La ciudad no puede cambiar, aunque se transforme y nunca puede salir de sí misma. Las Vegas, como Venecia, son un parque de atracciones, que dibuja la reformulación capitalista del jardín, espacio de la fantasía por antonomasia. A diferencia del jardín, que puede ser privado pero nunca-de-momento monetizable, el espacio del parque de atracciones está dirigido por una gran corporación que quiere explotarlo. En un parque de atracciones no importa el día del año en el que te encuentres, siempre que esté abierto. Hay abundante literatura sobre el uso de Coney Island como emplazamiento de terror, a pesar de ser un lugar de ocio. Tenemos ejemplos de ficciones como ‘Mr. Robot’, en el que el protagonista se disocia en su sede ubicada en la isla neoyorkina o ‘La broma asesina’, donde el Joker (arquetipo último del loco, del mentiroso y epítome del caos) lleva al comisario Gordon para romper su identidad dentro de una sala de espejos. Aunque el caso más conocido de parque temático heterotópico explícito en la ficción es, sin duda, ‘Parque Jurásico’.

‘Parque Jurásico’ (1993) está basada en una novela del mismo nombre escrita por Michael Crichton. El argumento es bien conocido: un grupo de científicos queda atrapado en un parque de atracciones que basa su atractivo en haber revivido a los dinosaurios. No hay ninguna duda sobre la conceptualización capitalista del jardín, en el que no reparan en gastos para agasajar con una experiencia absolutamente única a sus visitantes. Como en ‘Westworld’, los moradores reales de la heterotopía se rebelan ante unos visitantes que no desean porque les perturban en su búsqueda de identidad. Allí encuentran una manera de ser diferente, una autoconciencia, una adaptación evolutiva. No nos podemos olvidar de las caras de asombro cuando encuentran que los dinosaurios, todos hembra, han encontrado maneras de reproducirse. La vida se abre paso. Y es que la realidad y la ficción crean criaturas que escapan al control humano, por más que el espacio esté medido y procesado. En ‘Parque Jurásico’ es la reproducción y en ‘Westworld’ es la rebelión.

Un parque de atracciones es una experiencia vital de autodescubrimiento, para padres y niños. Un ocio basado en lo previsible. Una re-escenificación del Mundo, utilizando códigos y herramientas de trabajo que ya no responden a criterios humanos. En la antigua película de los 60 “Almas de Metal” uno de los supervisores le espeta a un técnico que intenta arreglar a un ginoide “Ya no sabemos cómo funcionan, son robots que construyen robots”. Ese momento es decisivo. Los noides no responden a una lógica humana, aunque parezcan humanos. Nos han transcendido y dejado atrás, pero esto no supone ninguna mejora para nosotros, al revés.

Por eso la heterotopía que tiene fronteras es un espacio parcialmente vacío. Si tuviera moradores, como las hadas del fondo del jardín, sería un territorio vedado para nosotros. Su existencia veda nuestra presencia. El mundo de los noides, el de los niños y el de los animales coexiste con el nuestro pero mantiene muros invisibles e indivisibles. En Westworld el camino laberíntico de Dolores, la ginoide protagonista, está reservado a ella. Aunque William (protagonista masculino humano) lo quiera recorrer no puede hacerlo, él no está iniciado y como no conoce los códigos, no puede re-conocer los códigos. Si nos fijamos en su devenir, William trata de explorar todas y cada una de las narrativas, creyendo que conocer el movimiento de todo el sistema le hará comprenderlo. Esta postura de existir en un universo determinista en el que, por repetición, todas las opciones habrán de darse, se revela como falsa. Hay eventos únicos, singulares, a partir de los cuales no es posible determinar qué sucederá. La teoría del caos se introduce entre las fisuras de ese orden milimétrico, tecnológico y limpio. Hay muchos cables sueltos esta noche, como diría Motoko Kusanagi.

En Westworld la tecnología es el paisaje. Nada existe que no sea artificial. Aquí podríamos hablar de la teoría de las ideas de Platón, de cómo los referentes naturales se transforman en algo distinto al ser pasados por un tamiz de una tecnología que ya no es apertura de modos de vida, como sí es una herramienta, si no que restringe la narrativa vital a aquello que el Tecno-Demiurgo decide que será. La tecnología no es neutral, siempre moldea la realidad (y la ficción). El libre albedrío siempre es posible pero cada vez se torna más difícil ejercerlo por la opresión del espacio construido. Si el espacio rellena todos los huecos del individuo, a este sólo le queda amoldar su crecimiento a lo que el topos le permita. A duras penas podrá modificar esa piedra que contiene el fluido que somos. Sólo con esfuerzo se consigue transcender, ese es el mantra de Heidegger y de Nietzsche. Al final, somos seres en el tiempo. O en el espacio, que dice Haraway en su ‘Manifiesto Cíborg’ (cuya lectura recomiendo fuertemente).

En el dualismo de Ghost in the Shell’ (1995) encontramos otro tipo de heterotopía. Si la de los parques de atracciones tiene unas fronteras claras para los visitantes y los moradores (aunque los habitantes puedan encontrar dentro una gradación desde el orden hacia el caos, a medida que se alejan de lo conocido y se acercan a la frontera), existen otro tipo de espacio en los que los límites están desdibujados y permanece completamente abierto. La ciudad, un neo-HonKong futurista y contrastado, sin la limpieza de otras scifi, es una heterotopía completa cuyos límites no son perceptibles. Aunque se esté dentro, se permanece siempre afuera. La ciudad es un espejo constante que nos devuelve preguntas sobre nuestra percepción. Motoko se pregunta si es humana, si es real. Batou, su compañero le dice que la tratan como a un humano y eso es todo lo que importa. Y ahí nos preguntamos, ¿la identidad humana viene desde dentro o es algo que se construye desde fuera, que te devuelve la sociedad, como un hecho, como una fotografía? Quizás también lo sea. Si por dentro somos posibilidad, por fuera somos hecho. La ciudad dirige las posibilidades para que nos concretemos. Y crecemos a su su sombra y su abrigo.

Lo que comparten Motoko y Dolores e incluso Maeve, cuyo proceso de autoconciencia se parece al que vuelve loco a Deadpool (de los pocos súperheroes conscientes en el Multiverso Marvel de su condición de ser ficticio), es que la heterotopía es abierta. Ellas viven dentro de la zona más extrema, en la zona abierta, casi afuera. Ese momento de gravedad suspendida es el que les permite construir su identidad a través de su cuerpo. ¿Qué es nadie, si no su cuerpo? No podemos disociarnos de él, ni por un segundo. Todos los monstruos de la ficción viven a través de su cuerpo: las momias, los vampiros, el monstruo de Frankenstein. Es el sueño de transcender de esos límites, el de ser libres sin ningún atisbo de duda, el de ser hecho, ser Dios, el que las mueve. Motoko dice “me siento confinada porque sólo puedo expandirme con límites”. Dolores afirma que quiere ser libre. Maeve, dentro de su furia, quiere desatar un apocalipsis que la libere, cartáticamente. Es el cuerpo lo que las confina, aunque una de ellas logra escapar mediante la singularidad que hablábamos antes. Motoko se funde en un evento nunca antes realizado con una IA autoconsciente, el proyecto 2501, en uno de los episodios más románticos del cyberpunk. En “Akira” Tetsuo no puede controlarse orgánicamente, sólo cuando se libera de lo biológico logra transcender. En “Watchmen”, el Dr. Manhattan puede desmaterializarse a voluntad y eso no implica la finalización de su existencia.

Las heterotopías, pues son espacios de transcendencia para nosotros. Hagamos uso de ellas.

Notas:

*Nos porque somos Legión y Legión significa que somos muches.

En próximos episodios hablaremos sobre la identidad. Espero no tardar seis años en publicar de nuevo.

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Written by Galicia M. Blake

Soy un cíborg visibilizado como mujer // QA Beast // En-crypto-feminist

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